Esas islas perdidas en el Atlántico Norte, en la ruta entre Europa y las Américas, obligatoriamente tienen algún pasado judío. Sabemos de la riqueza histórica, cultura y comercial en islas del Caribe, como Curacao, Islas Vírgenes o Jamaica, pero poco se habla de las más cercanas a sus puertos de partida: Las Azores, Canarias, Cabo Verde y Madeira gozan de un anecdotario muy particular.
A cerca de Cabo Verde escribí un artículo hace seis años que describe la significativa descendencia con apellidos muy judíos, pero hoy todos profesando el Católicismo. Músicos, políticos y la élite comercial de Cabo Verde cuentan con orgullo historias de sus abuelos judíos. Las Azores, otras islas portuguesas, mucho más distantes, fueron ideales para distanciarse de la Inquisición, y únicas en la ruta hacia Norte América. A ellas les dedicaré capítulo aparte. Pero Madeira, mucho más grande y cercana al centro del poder portugués y de la Inquisición no fue destino privilegiado y poco tiene para contar.
El más famoso de sus hijos fue el rabino y diplomático Menashe ben Israel quien nació en esa isla en el seno de una familia de marranos. Emigrando a Amsterdam, pudo ahí profesar libremente su judaísmo y ordenarse como rabino. Su fama histórica se debe a que llevó una embajada ante el gobierno de Cromwell in Inglaterra con la intención de que dejara ingresar judíos a Inglaterra, donde no había paisanos desde su expulsión en 1290, bajo el argumento de que eso sería necesario para la llegada del mesías.
A principios del siglo XIX judíos marroquíes comenzaron a migrar en forma. Varios llegaron a Gibraltar y las Azores, y otros incluso colonizaron Iquitos en el corazón de la selva amazónica peruana para dedicarse al comercio del caucho. Unos pocos llegaron a Madeira para dedicarse a la industria del vino y de las telas, entre los que se destacó la familia Abudarham. No existe registro judaizantes y marranos que hayan tratado de integrarse a esta nueva comunidad de judíos, como sí fue el caso entre algunos marranos del norte de Portugal cuando se establecieron las primeras sinagogas modernas de Porto y Lisboa hace 150 años. Durante algo más de un siglo, Funchal contó con apenas unas pocas familias de origen marroquí.
Gracias a la neutralidad de Portugal durante la Segunda Guerra Mundial, la isla fue ideal para albergar en 1940 a cerca de 200 evacuados de Gibraltar, quienes revitalizaron la sinagoga Shaar Hashamayimde Funchal fundada en 1836. Pero una vez concluyó la guerra, todos los refugiados regresaron a La Roca. Hoy hay una placa en un parque de la ciudad que recuerda a esa migración y la bienvenida que tuvieron en Madeira. Poco se sabe de aquellos descendientes de judíos marroquíes que se quedaron después de 1945 pero de quienes hoy nadie responde. ¿A dónde habrán emigrado? ¿Se asimilaron y convirtieron todos, así como pasó con los judíos de las vecinas Azores? Marroquíes y gibraltareños no quedan. Ahora, solo un puñado de madeirenses reclama una herencia judía. Para ellos, en 2013, Shavei Israel organizó un Seder de Pesaj pero nada ha trascendido desde entonces. Hoy quedan 38 lápidas en el cementerio judío y la fachada de la sinagoga que apenas deja ver sutilmente sobre uno de sus vidrios los restos de un Maguen David.
Bibliografia:
· Jono David (2015). "MADEIRA (Portugal), Funchal. Jewish Cemetery (8.2015)". HaChayim HaYehudim Jewish Photo Library.
· Yitzchak Kerem (2015). "Portuguese Crypto Jews". jewishwebsight.com.
· Brian Blum (2013). "Shavei Israel sponsors first public Passover Seder in centuries on Portuguese island of Madeira".