El 20 de Julio se cumplen los primeros 6 meses desde su consagración como Presidente de los Estados Unidos, una potencia democrática, económica y militar desde hace más de un siglo, que hasta la fecha ha logrado mantener un adecuado status quo tanto en lo Interno como en las Relaciones Internacionales, mucho de ello heredado de su antecesor Donald Trump.
Biden ha sabido contener a los grupúsculos de la nueva izquierda radical del Partido Demócrata que encabeza Bernie Sanders, su contrincante perdedor a la presidencia, debido a que todos saben que en el Senado solo tienen el voto de la Vicepresidente Kamala Harris para desempatar proyectos no aprobados también por los integrantes del Partido Republicano. En realidad muy pocos entienden como los Demócratas pueden tener en su seno a personajes como Sanders, un adalid de la gerontocracia marxista y del feroz antiisraelismo, quien ha podido atraer a jóvenes como Max Berger que dice ser un admirador del Partido de la extrema izquierda española Podemos cuyo líder Pablo Iglesias Turrión ha recibido generosos honorarios de Dictadores como Hugo Chávez y Nicolas Maduro; de una extremista del Bronx como Alexandria Ocasio-Cortez y de violentos grupos como Black Lives Matter que aprovechan cada oportunidad para que sus miembros se desbanden destrozando ciudades y comercios.
Gracias a la mayoría de los representantes demócratas, seguidores del equilibrio establecido por el Presidente Biden, se han podido evitar nocivos proyectos que cambiarían el Sueño Americano de “Igualdad de Oportunidades” y “Seguridad Nacional y Personal” para todos los habitantes. Son demasiado conocidos los desastres producidos por las ideologías de la “Igualdad social” (Cuba, Venezuela, Nicaragua), el anarquismo de la “modificación migratoria” (Europa) y el caos de seguridad que produciría la “reforma policial” (México, Centro América).
En lo económico, y a raíz de los desastres provocados por la Pandemia del Covid19, Biden se ha inclinado por un keynesianismo extremo y peligroso emitiendo 2 billones de dólares con los que quiere estimular la economía. Ello ha provocado un inmediato aumento de la inflación y el consecuente incremento de la tasa de interés de la Reserva Federal que ha repercutido en las finanzas internacionales. En los próximos años se podrá ver el resultado de esta difícil acción.
Con relación al nuevo gobierno de Israel Biden no ha retrocedido, por el momento, de ninguno de los acuerdos de la era Trump-Netanyahu, salvo la insistencia al esfuerzo que debe hacer el Estado Judío para concretar la fórmula “Dos Estados para Dos Pueblos” con los así llamados palestinos, sin distinguir a los árabes de Cisjordania gobernados por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de los árabes sojuzgados por el Hamas en Gaza. El tema Irán pende de un hilo.
En lo Internacional ha habido algunos cambios con un reacercamiento a Europa, que necesita nuevamente de los EE.UU para poder frenar a Rusia por sus avances en Crimea y Ucrania, amén del tema de Derechos Humanos con los opositores de Putin. El que parece inaccesible a la mentalidad occidental es China que, utilizando sus inmensas reservas en dólares, está desarrollando la “Nueva Ruta de la Seda” para su progreso comercial que, geopolíticamente, le habrá de permitir la penetración táctica y militar en el corazón de Europa: ya se encuentran en el Puerto del Pireo (Grecia) y están a punto de instalarse en Trieste (Italia). Por todo lo expuesto es posible otorgar a Joe Biden, en su casi 1er. Semestre de Gobierno, un “aprobado”.