2024-12-04 [Num. 1011]


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Columnistas  - Halajot en la Actualidad

Rav Daniel Shmuels

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Por Rav Daniel Shmuels
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Rav Daniel Shmuels nació en Bogotá, Colombia. Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, psicoanalista del Lacanian School of Psychoanalysis e hizo sus estudios rabínicos en el Rabbinical College of America. Fue First Assistant Rabbi para Ohev Shalom al igual que para el Chief Rabbinate of Florida. Fundador del Beit Din of South Florida, miembro de los Batei Din of America. Tradujo y editó el libro “Bienvenido al Judaísmo: Una Guía al Judaísmo Básico y la Conversión Judía Ortodoxa”. Actualmente es el Head Rabbi de la Keilá The Private Shul of South Florida.

Aseret Yemei Teshuvá Diez - Días de arrepentimiento

2016-10-05

Prayer

Desde Rosh Hashaná hasta Yom Kipur existe un periodo conocido como Aseret Yemei Teshuvá, los Díez Días de Arrepentimiento; de hecho, el Shabat que cae en este periodo lleva por nombre Shabat Teshuvá, el Shabat del Arrepentimiento. Si bien, lo más común es que se traduzca la palabra Teshuvá por arrepentimiento, el término más apropiado sería regresar o retornar por cuanto el término Teshuvá en su contexto bíblico denota un retorno o un regreso a nuestras obligaciones como judíos. Esa es la esencia de la palabra Teshuvá; no es sencillamente arrepentirnos y ya, asunto arreglado, sino que ello implica retornar para entonces, lo más importante, tomar cartas en el asunto y a partir de ahí arrepentirnos; pero, ¿retornar a qué o a quién? Y más allá de ello, ¿por qué estos días entre Rosh Hashaná e Yom Kipur son tan especiales y propicios para ese retorno y eventual arrepentimiento?

La palabra Teshuvá proviene del verbo Shuv cuya traducción más puntual es girar. Ese acto de girar implica un cambio de dirección; es decir, en lugar de continuar yendo por el camino B se gira y cambia de dirección para regresar al camino A. El proceso de Teshuvá surge como consecuencia de ese cambio de via, pues es factible que en nuestro diario vivir nos hayamos desviado del camino A y hayamos tomado el camino B; empero, nuestro verdadero sendero es el de A. Ese giro que hacemos para retornar o regresar al camino A es lo que llamamos Teshuvá. No es solo el giro, porque el girar de dirección también nos puede llevar a un camino C. De cualquier forma; la palabra retorno implica en sí misma un giro, un cambio de dirección que nos regresa a nuestro camino original, el camino A. Es por ello que cuando hablamos de Teshuvá estamos puntualmente hablando de retornar; pero, ¿retornar a qué? La respuesta es sencilla, retornar a nuestro camino como judíos, retornar a Dios, a Sus Mitzvot y a Su sagrada Halajá, ese es nuestro camino original y ese es el verdadero y único propósito de hacer Teshuvá, puesto que Halájicamente no se puede hacer Teshuvá y enseguida continuar transgrediendo las Mitzvot de nuestra sagrada Torá; en ese caso, la Halajá establece que no hubo Teshuvá para empezar.

Los profetas, a lo largo del Tanaj, nos hablan de Teshuvá como ese acto de retorno a las Mitzvot que Dios nos dio para representarlo acá en la tierra; de hecho, Jeremías 3:12-5 nos dice: "Retorna (Teshuvá) oh alejado Israel, dice el Señor: y no dejaré que Mi furia caiga sobre vosotros, porque Yo soy misericordioso, dice el Señor: y no permaneceré enojado por siempre. Solo reconoced vuestro pecado, que habéis transgredido contra el Señor vuestro Dios (...)". Así mismo; Joel, Ezequiel, Hosea y Zacarías, entre otros, hablan del acto de Teshuvá como un acto de retorno a Dios y a Su sagrada Torá. El acto de retornar implica un tercer aspecto y es el de tomar cartas en el asunto y la base de esa Halajá está en el texto de Jeremías como la Sifra nos lo enseña; a saber, "reconoced vuestro pecado". Es la aceptación del pecado la que nos inspira a girar y entonces retornar a Dios, eso es tomar cartas en el asunto, es ese compendio de actos lo que significa la palabra arrepentimiento, es el acto de reconocer nuestra falta lo que inicia nuestro proceso de Teshuvá, nuestro giro y nuestro retorno efectivo a los caminos que Dios nos exige como judíos.

Jazal nos enseña a través de toda la literatura rabínica que Teshuvá implica dos actos principales; a saber, el remordimiento del pecado llevado a cabo y la confesión del pecado. En el caso expuesto, el remordimiento sería reconocer el pecado para girar e iniciar el retorno. La confesión sería, ya habiendo girado y entonces retornando, tomar cartas en el asunto; es decir, confesar verbalmente nuestra transgresión reconociendo nuestro pecado en pro de no volver a caer en él. 

En este punto es importante aclarar que hay dos tipos de confesiones. Un tipo de confesión es aquella que hacemos con Dios, Bein Adam Lemacom, esta es una confesión privada de nosotros con el Creador, una confesión por nuestras faltas contra Su Torá y contra Él; por ejemplo, el no comer Kasher, el no cumplir Shabat, el no cumplir leyes de pureza familiar, etcétera. Otro tipo de confesión es aquella que tenemos que llevar a cabo con nuestro prójimo, Bein Adam Lejavero. Esta confesión es pública en tanto se dirige a otra persona, en ella reconocemos nuestras faltas para con el otro y le pedimos disculpas por las atrocidades cometidas. Teniendo en cuenta el proceso del cual estamos hablando, se supone que las disculpas y el arrepentimiento presentado por el infractor son sinceros y es solo bajo la premisa de sinceridad que el perdón por parte del agredido puede ser otorgado, más no por un acto verbal automático sin sentido. Empero, esta confesión pública tiene un aspecto dependiente; a saber, el que el agredido acepte sinceramente las disculpas del transgresor para no guardar resentimiento en su corazón por cuanto ello también es un pecado que va en contra de nuestra sagrada Torá y por ende, va en contra De Dios; entonces, si el infractor lleva a cabo cada uno de los puntos establecidos y aún así, el agredido no lo perdona, el agresor queda perdonado (ya habíamos estudiado anteriormente el número de veces que las disculpas se tienen que presentar) y entonces es el agredido quien ahora cae en falta por guardar rencor en su corazón. 

Lo interesante de la confesión pública es que Halájicamente hablando es un deber doble; es decir, aun cuando el infractor no reconozca o muy probablemente ni siquiera sepa de su transgresión para con otro, es deber del agredido acercarse al infractor para recordarle su falta y de esa manera no caer en el  pecado de guardar rencor en su corazón. En este punto el infractor debe pedir disculpas al agredido y lo debe hacer sinceramente aun cuando este no haya sido consciente de su error.

Esta es una muy corta y abreviada sistematización de lo que implica Teshuvá para nosotros en la actualidad; de cualquier forma, los fundamentos básicos que nuestra sagrada Halajá establece a lo largo de todo Mesorá están expuestos acá. El Rambam en su Mishná Torá en Hiljot Teshuvá hace una sistematización detallada de cada caso posible, del lenguaje que se debe utilizar en cada una de las situaciones y de los principales actos que debemos llevar a cabo durante este periodo de Yemei Aseret Teshuvá como lo son dar más Tzedaká, incrementar nuestras buenas acciones y estudiar más Torá (3:4). 

Nuestros sabios, a lo largo del Talmud, nos enseñan que Teshuvá es algo que se puede hacer en cualquier momento; empero, estos Díez Días son más apropiados para hacer Teshuvá porque iniciamos un año nuevo, es un ciclo nuevo para todos; para decirlo de una manera coloquial, es borrón y cuenta nueva. Rosh Hashaná es Yom HaDin, el día del juicio y es por ello que (a partir de) ese día llevamos a cabo Tashlij, para deshacernos por medio de un acto simbólico de los errores cometidos a lo largo del año que acaba de terminar; sin embargo, este ritual solo es válido si nuestro proceso de Teshuvá lleva consigo acciones correctivas frente a las infracciones llevadas a cabo. Es teniendo en cuenta ese aspecto el motivo por el cual la mayoría de Poskim aceptan esta costumbre hoy en día. Tashlij es una acto simbólico que nos abre las puertas a tomar acción frente a nuestros errores. Entonces, este proceso de Teshuvá llega a su cúspide en Yom Kipur, el día del edicto final, donde Dios finalmente acepta nuestras disculpas y nos introduce a un año nuevo y próspero guiado por Su Torá y Mitzvot en donde todos daremos lo mejor de nosotros para que nuestra Teshuva sea efectiva a lo largo del año que inicia.



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