La ley del levirato se encuentra en la Biblia (Deuteronomio 25: 5 al 10) y hoy permanece en medios ortodoxos incluso de la ortodoxia moderna. Consiste en que una mujer viuda que no ha tenido hijos debería casarse con el hermano de su esposo fallecido, para preservar el nombre y la herencia territorial de este. La palabra “levirato” viene del latín “levir”, que significa “cuñado”.
Esta ley tenía sentido en aquella época cuando el territorio de Israel estaba dividido por tribus y sus descendientes la heredaban. También tenía un sentido religioso, pues el hijo de este matrimonio era el heredero legítimo del difunto y además era continuador de su tribu, evitando que la tribu del difunto fuera borrada de Israel y perdiera los derechos territoriales concedidos a su descendencia. Hoy, al ser un territorio unificado sin divisiones de tribus, pierde parte de la lógica esta halajá, pero como está planteada en la Torah, se preservó.
La ley del levirato, como ya se mencionó, está regulada en la Torah y establece las condiciones y los procedimientos para su cumplimiento. Si el cuñado no quería casarse con la viuda, debía declararlo públicamente y someterse a una ceremonia de deshonra llamada Jalitzá, por medio de la cual la mujer frente a testigos escupe en el zapato del cuñado que renuncia a ser su esposo y debe decir: “Así se hace con el hombre que no quiere edificar la casa de su hermano”, en adelante se le llamará la casa del descalzado.
La ley del levirato se aplicaba solo cuando el esposo fallecido no había tenido hijos.
La Ley del Leviratro se encuentra en la Torah, tanto en su legislación, como en ejemplos históricos, como la historia de Tamar nuera de Judá (Génesis cap. 38) y la historia de Ruth (Capítulo 4).
Hoy se aplica de manera obligatoria, ya que es considerada injusta e incluso inmoral, de hecho, es considerada incestuosa, el hecho de casarse con la viuda del hermano. Aún los hombres que están casados y queda viuda sin hijos la esposa de su hermano debe practicar la ley del levirato.
También si el hermano sobreviviente está soltero y enamorado de la viuda de su hermano, debe practicar el levirato, le queda prohibido casarse con ella.
Aunque estos casos hoy son muy raros, tenemos cercanos dos casos: en Barranquilla, nunca se pudieron casar una viuda con su cuñado, aunque estaban enamorados, ningún rabino ortodoxo los quiso casar (sin nombres para no comprometer a las personas).
El papá de nuestro Rav Alfredo, Rav Herman Goldschmidt Z”L, tuvo que viajar a Estados Unidos, para renunciar a casarse y tener hijos con la viuda de su hermano, la señora Ula, siguiendo toda la ceremonia tal como lo plantea la halajá (Ley de la Torah), la señora Ula volvió a casarse con un hombre que apreció al Rav y a sus hermanos como si fueran sus propios sobrinos. Afortunadamente al papá del Rav, nunca se le llamó la casa del descalzado. Recuerdo que fue un hombre justo, un tzadik, lleno de valores humanos, morales y judíos.