"En la presencia de un sabio os levantaréis, y honraréis la presencia de un anciano y temeréis a vuestro Dios. Yo soy El Eterno". Levítico 19:32
La época de los contestatarios
En mi humilde opinión, nunca antes, hemos visto en la historia, el surgimiento de tantos movimientos o movidas de contestatarios (en especial jóvenes, aunque no exclusivamente), que se movilizan, que protestan, que se oponen, en ciertos casos en el discurso, y otras veces de forma violenta contra el orden social y familiar históricamente establecido. El target o blanco de esta revuelta es la familia tradicional (heterosexual) y el sistema que muchos llaman patriarcal, donde el hombre (padre o el abuelo) es el que representa y ostenta la autoridad. Y para aquellos que vivimos un pasado que ya parece demasiado lejano, estas fuerzas implican una nueva palada de tierra, para terminar de empujar a sus predecesores a un rango de pseudo-igualdad, y no cabe duda deja más encerrados y apartados a una mayoría de abuelos, que solo encuentran su lugar, si se encuentran compactados en el closet y bajo llave. O en otros casos, en hogares geriátricos, donde muchos aguardan que alguien se encuentre motivado o interesado en visitarlos en ocasiones, en cumpleaños, o para sacarlos a tomar una bocanada de aire puro, "siempre que esto sea de vez en cuando para no cansar o no molestar".
Combo explosivo y letal
Hace años, pude escribir una nota acerca del tsunami que se viene. Qué tiene que ver con el aumento de la expectativa de vida, el costo material y de los recursos asistenciales, para poder asistir dignamente a este envejecimiento poblacional. Y por el otro lado, hijos que, muchos de los cuales, ni pueden sostener a sus propias familias, en sintonía con un deterioro paulatino del ingreso, junto a trabajos precarios, asociado a un distanciamiento virtual, a lo que ahora se suma el viral. Incluso en mi práctica médica es corriente ver jóvenes ya medios adultos (adultescentes), que solteros o divorciados, deben retornar al hogar paterno, ante la imposibilidad de poder mantenerse económicamente.
No cabe duda que el dinero y el cambio de las costumbres ha desplazado los vínculos familiares de antaño. Y no cabe duda, el abuelo ha perdido terreno como patriarca, cabeza, insignia o bandera y presencia vital y aleccionadora tanto para sus propios hijos y para sus nietos. Y para concluir este segundo párrafo una frase anónima: "¡Ay! Si la vejez pudiera y la juventud supiera".
Intereses detrás del velo
Difícil de determinar, a que responden en verdad estos cambios. Si son solo factores económicos, sociales, el derrumbe de ciertos estándares morales; o sí la destrucción de la célula madre de toda sociedad, oculta intereses que tienen que ver con un imperativo o fuerza que propulsa a sus promotores a querer volver a una vida desenfrenada, sin códigos, sin ataduras, sin obligaciones más que con sus propios deseos, o aquí hay otras cosas que tienen que ver con el control de la natalidad, las clínicas abortivas, y la penetración de la droga(el más prolífico de los negocios) que se nutre claramente de padres y abuelos ausentes.
La respuesta judía
Cuando el Faraón le pregunta a Moshé quienes irán a servir a Dios en el desierto, Moshé contesta:" iremos con nuestros jóvenes y nuestros ancianos" Éxodo 10:9. Y da a entender que en el enfoque del judaísmo no hay exclusiones. Nosotros no dejamos fuera a nadie, ni a los niños ni al zeide ni a la bóbe.
Los judíos que verdaderamente se aferran a la Torá no tienen dudas, no hay confusión ni oscuridad ni medias tintas. Todos valiosos, y todos necesarios.
Es más, mi madre (docente ella), solía repetirme, la importancia de la presencia de los abuelos en la crianza, en la educación de los más pequeños, amén de ser un factor de seguridad, ya que los adultos mayores aportan sus historias, experiencia, sus consejos, su compañía y afecto, y contribuyen infundiendo tranquilidad hacia el futuro.
Llegado a este punto encontramos en Proverbios (Mishlei) 20:29: "la gloria de sus jóvenes es su fuerza, y la honra de los ancianos sus canas". Es decir, en el mundo de la Torá, no hay pausas ni quiebres generacionales, cada uno tiene su lugar, y desde ese lugar todos se sientan juntos en la mesa diaria y de Shabat o de las festividades, simplemente todos los días a estudiar. El padre con el hijo, el padre con el abuelo, y el nieto con el abuelo. Y todos con todos. Sin discriminación y sin ausencias. Pero si en cierto orden o jerarquía.
Adhiero a la postura hebrea, la cadena generacional no debe romperse. El niño, primero será padre y luego abuelo. Estos últimos son las perlas más preciadas, el diamante más afanosamente buscado, debemos venerarlos al máximo de nuestras posibilidades en vida. Ellos no son una molestia en nuestra casa, y cuanto más entendemos esto, aquellos que lamentamos su ausencia, y de aquellos nietos que preguntan, pero no pueden gozar de su presencia.