“La enfermedad del ignorante es ignorar su propia ignorancia”. Cervantes
Los BRICS originales están compuestos por Brasil, un poder emergente económico latinoamericano; Rusia, un enorme país autocrático euroasiático; India, la gran democracia asiática; China, un imperio totalitario comunista en lo político y capitalista en lo económico y Sudáfrica, el hogar africano que Mandela construyó.
En la última reunión realizada en Pretoria se resolvió invitar a integrarla a la Argentina, con una economía desfalleciente; Arabia Saudita, un reino sustentado en su gran producción petrolífera; Egipto, importante poseedora del Canal de Suez; Emiratos Árabes, la nueva estrella del Golfo Pérsico; Etiopía, un territorio del Este africano y la República Islámica de Irán, una sanguinaria teocracia islámica del terrorismo internacional.
Además 40 otras naciones han solicitado su incorporación a los BRICS con los cuales esta
organización se convertiría en una verdadera entidad competitiva del G7, compuesta por los Estados más poderosos, militar y económicamente del mundo. El G7 está integrado por Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Japón, todos países democráticos y liberales.
Los objetivos generales de los BRICS son principalmente la creación de una nueva moneda que desplace al dólar y al euro para conformar con ello un nuevo sistema económico-financiero internacional y, en consecuencia, reconstituir el mundo bipolar existente hasta la caída del Muro de Berlín (1989) y la desintegración de la Unión Soviética (1991-1992).
La diferencia con la era soviética es que dentro del BRICS existen múltiples contradicciones y enfrentamientos latentes que, por sus incoherencias, pueden frustrar en el futuro su estabilidad. Por ejemplo, entre China y la India suelen haber diferencias fronterizas con escaramuzas armadas y desencuentros ideológicos, pues la primera es una feroz dictadura colonial (Tiananmen, Tíbet, Hong Kong) mientras que la segunda es una democracia de 1.400 millones de habitantes, la más grande del globo. En lo referente a las religiones de sus integrantes, actuales y futuros, China es atea, India es budista e hinduista, los países árabes son musulmanes sunitas, Rusia es cristiana ortodoxa, Argentina es católica, Brasil es un mix de evangélicos y católicos e Irán es musulmana chiita, enemiga acérrima de Estados Unidos (el Gran Satán) y del Estado de Israel (el pequeño Satán).
Además, debe tomarse en cuenta que Irán es un ente exportador de terrorismo que abastece y financia con armamento y fanatismo islamista a los chiitas de Irak, al Hezbollah del Líbano, al Hamás de Gaza, a la Jihad de Cisjordania y a los Hutíes del Yemen.
La Federación Rusa, con causa o sin ella, ha invadido a Ucrania y son justamente los países de los BRICS quienes directa o indirectamente colaboran para que las múltiples sanciones dictadas por la OTAN (Alianza Atlántica) puedan ser evadidas sin afectar mayormente a su economía.
Argentina debería tener un problema serio para integrar los nuevos BRICS ya que Irán fue la organizadora de los dos atentados terroristas más grandes de Latinoamérica como fueron los de la Embajada de Israel y el de la Mutual AMIA. Si en las próximas elecciones cambiara el gobierno actual es más que probable que Argentina no participaría de los BRICS mientras Irán esté presente en los mismos. Irán también tiene enfrentamientos serios con Arabia, aunque hace poco, con la intermediación de China, hayan logrado un impúdico acercamiento entre ambos.
Para el Estado de Israel esta ampliación desembocaría en dos opciones antagónicas: la inclusión de Irán puede envalentonarla en incrementar sus objetivos nucleares o, por el contrario, al pertenecer a una agrupación disuasoria y competitiva bipolar ésta logre contenerla en su macabra maquinación contra Israel.