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Judaísmo  - Personajes

Moshe Govrin

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Por Moshe Govrin
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Elie Wiesel Z¨L - A-7713 "La urgencia de recordar"

2016-07-06

Wiesel

Alfe Menashé, 4 de julio de 2016

"(...) Por la tarde, nos pusieron en fila. Tres prisioneros trajeron una mesa e instrumentos médicos. Con la manga del brazo izquierdo levantada, cada uno debía pasar delante de la mesa. Los tres "antiguos", agujas en mano, nos grabaron un número en el brazo izquierdo. Yo me convertí en A-7713. En adelante no tendría otro nombre".

- Elie Wiesel

El pasado sábado Yad Vashem en un mensaje por Twitter comunicó la muerte de Elie Wiesel "la conciencia del mundo" en palabras del presidente Obama. "Elie no era sólo el sobreviviente más prominente del Holocausto: era la memoria viva", afirmó Obama. "Elie Wiesel -añadió- era una de las más importantes voces morales de nuestro tiempo, y en muchos sentidos, la conciencia del mundo".

Superviviente de los campos de exterminio de Auschwitz y Buchenwald, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1986. “Wiesel es un mensajero de la humanidad”, dijeron los voceros del comité. “Su mensaje es de paz, reconciliación y dignidad humana. Su creencia de que las fuerzas que combaten el mal en el mundo pueden lograr la victoria es una convicción que se ganó duramente”. Pero debemos agregar también por su labor contra el olvido y la indiferencia…

En un pasaje de su discurso de aceptación Wiesel afirmó: “Lo recuerdo: sucedió ayer, o hace una eternidad. Un joven chico judío descubrió el Reino de la Noche. Recuerdo su desconcierto, recuerdo su angustia. Todo sucedió tan deprisa. El gueto. La deportación. El vagón de ganado sellado. El altar ardiente donde la historia del nuestra gente y el futuro de la humanidad habrían de ser sacrificados. Recuerdo que preguntó a su padre: ‘¿Puede ser esto verdad? Esto es el siglo XX, no la Edad Media. ¿Quién puede permitir que se cometan crímenes así? ¿Cómo puede el mundo permanecer en silencio? Y ahora ese chico me mira a mí. ‘Dime’, pregunta, ‘¿qué has hecho con mi futuro, qué has hecho con tu vida? Y yo le digo que lo he intentado. Que he intentado mantener la memoria viva, que he intentado luchar contra aquellos que olvidan. Porque si olvidamos, somos culpables, somos cómplices”.

Julián Marías definió la personalidad como un vector multidimensional. En el vector de Wiesel no faltaron frases como en su libro "Leyendas de nuestro tiempo":   “Cada judío debería guardar, en algún lugar de su corazón, una zona para el odio, ese odio sano, varonil contra todo aquello que representa el alemán y que forma parte de la esencia de lo alemán. Todo lo demás sería traición a los muertos”.

Nació en 1928 en Sighet, Transilvania (entonces Hungría y hoy Rumania). Al hacerse cargo los nazis de Hungría y a los 15 años, fue trasladado con toda su familia por los nazis al campo de concentración de Auschwitz, donde murieron su madre y su hermana pequeña. Sus dos hermanas mayores sobrevivieron. Después, él y su padre, Shlomo, fueron trasladados al campo de Buchenwald, donde Shlomo murió poco antes de la liberación en abril de 1945. "Tres días después de la liberación de Buchenwald, caí muy enfermo: una intoxicación. Fui transferido al hospital y pasé dos semanas entre la vida y la muerte. Un día pude levantarme, después de reunir todas mis fuerzas. Quise verme en el espejo que estaba colgado en la pared de enfrente. Desde el ghetto no había visto mi cara. En el fondo del espejo, un cadáver me contemplaba. Su mirada en mis ojos no me abandona más".

Sus etapas fueron Paris y Nueva York. En 1949 estuvo en el naciente Estado de Israel. No hizo aliá en sus palabras ya que Los británicos en 1945 lo prohibían. "Yo había sufrido mucho; no quería enfrentarme a la negativa británica. No sé porque no hice aliá; quizás porque no estaba preparado. Aún no lo estoy. Y eso que amo a Israel". No habló del Holocausto durante una década.

Autor de la novela ''El Testamento'' dijo que está atrapado en un '' conflicto dialectico '' entre la necesidad de contar y la futilidad de toda explicación. Tras la Shoá, Wiesel emergió como una de las voces que dio detalles sobre la gravedad de lo sucedido y trató de dilucidar cómo cambió la concepción de humanidad y la idea de Dios. Durante casi dos décadas, sobrevivientes traumatizados —y muchos judíos estadounidenses que se sentían culpables por no haber hecho lo suficiente para rescatar a sus hermanos— parecían congelados por el silencio.

Llevó toda su vida el tatuaje con el número de prisionero A-7713. Usó la fuerza de su personalidad y su genio literario para expresarse con frases inquietantes y así exhumar el Holocausto del cementerio de los libros de historia. Se dio a conocer en 1960 con la traducción al inglés de Nuit, su relato autobiográfico de los horrores que presenció en los campos de concentración cuando era apenas un niño de 15 años. Escribió sobre la culpa que sentía por haber sobrevivido mientras millones de personas murieron, y sobre el tormento que experimentó al dudar de la existencia de un Dios que hubiese permitido esa masacre.

"Nunca olvidaré esa noche, la primera noche en el campo, la cual convirtió mi vida en una larga noche, siete veces maldecida y siete veces sellada. Nunca olvidaré aquel humo. Nunca olvidaré las caras pequeñas de los niños, cuyos cuerpos vi convertirse en espiral de humo bajo un silencioso cielo azul. Nunca olvidaré estas llamas que consumieron para siempre mi fe. Nunca olvidaré ese silencio nocturno el cual me privó, para toda la eternidad, del deseo de vivir. Nunca olvidaré aquellos momentos en los cuales asesinaron a mi Dios y mi alma y convirtieron mis sueños en polvo. Nunca olvidaré estas cosas, aunque esté condenado a vivir tanto como Dios mismo. Nunca". (LA NOCHE)

Alzó su voz no solo en recuerdo de la impar Shoá judía; también destacó por sus críticas a otras atrocidades, como el genocidio ruandés o las matanzas en la antigua Yugoslavia y en Sudan. En 2012 fue galardonado por el Public Counsel, una ONG que ofrece servicios gratuitos legales y sociales a los niños abusados o abandonados, a familias sin hogar y a los veteranos, los ancianos, víctimas de fraude a los consumidores y organizaciones no lucrativas que sirven a comunidades de bajos ingresos.

Entre otras cosas, dijo a la audiencia de más de 1.000 personas: "Esto es lo que debemos hacer - no dormir bien cuando las personas sufren en todo el mundo… No dormir bien cuando alguien sea perseguido... No dormir bien cuando la gente tiene hambre aquí o allá... No dormir bien cuando hay gente enferma y nadie está ahí para ayudarles... No dormir bien cuando alguien en algún lugar le necesita. Usted no duerme bien. Y por esto... les estamos muy agradecidos".

Antes, en un reportaje publicado en el US News & World Report (27 de octubre de 1986): “Lo contrario del amor no es odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. Lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte”. (…)  “La indiferencia, para mí, es la personificación del mal”.

Siempre áspero tuvo escritos como en su libro "Un Judío, Hoy":  “¿Cómo puede explicarse que la Iglesia jamás excomulgara ni a Hitler ni a Himmler, que Pío XII nunca viera necesario —por no decir indispensable— condenar Auschwitz y Treblinka, que una gran proporción de los miembros de las S.S. fuesen creyentes y permaneciesen fieles a sus lazos cristianos hasta el fin, que hubiese asesinos que practicasen [el sacramento de] la confesión entre una masacre y otra y que todos ellos procediesen de familias cristianas y hubiesen recibido una educación cristiana?”.

Con Marion, su esposa, en 1986 fundaron la Fundación Elie Wiesel, dedicada a luchar contra el antisemitismo y a mantener viva la memoria del Holocausto. La Fundación realiza programas de sensibilización en la lucha contra el antisemitismo entre jóvenes, así como competiciones y conferencias, con el objeto de mantener viva la memoria del Holocausto. La Fundación perdió casi todos sus activos (unos USD 15 millones) debido al fraude perpetrado por el financiero Bernard Madoff. Al enterarse comentó con su esposa "vimos cosas peores"… y comentó tiempo después que este hecho no le hizo más pesimista. La fundación aseguró no sentirse desanimada "para seguir luchando contra la intolerancia, la independencia y la injusticia en el mundo". Además agradeció por adelantado "cualquier tipo de apoyo que ayude el compromiso de continuar la labor de su fundador".

Y así fue. "De repente, empezamos a recibir cientos y cientos y cientos de cartas y donaciones, pequeñas donaciones, de toda América, los judíos y no judíos. Los estadounidenses son tan generosos... Recibimos cientos de ellas y eso nos ayudó", le dijo a Oprah Winfrey. Entre las otras distinciones recibidas: Caballero comendador de la Orden del Imperio británico, Medalla Presidencial de la Libertad EEUU), Medalla de la Presidencia (Israel). Su preocupación por el Estado de Israel le hizo visitarla varias veces años. Comentó que ello nacía de no poder vivir una segunda Shoá en su generación.

Apoyó la gestión de Netanyahu en su campaña contra el acuerdo nuclear con Irán. También apoyó a Rabin luego de los acuerdos de Oslo. Veía a Jerusalem como la capital indivisible y eterna del pueblo de Israel. Todo resultado del recuerdo… Dijo: “¿Pero hay esperanza? ¿Hay esperanza en el recuerdo? Tiene que haberla. Sin esperanza, el recuerdo sería morboso y estéril. Sin recuerdo, la esperanza estaría vacía de significado, y por sobre todo, vacía de gratitud.” Siempre mordaz no dejo de hacer oír su voz en todos los foros a los que era invitado.

En Auschwitz al 60 aniversario de la liberación (2005): "No creo en la culpa colectiva, pero los culpables deberían ser recordados por su crimen. ¿Cómo puedes vivir con todo lo que aprendiste aquí y seguir siendo el mismo? Si eres el mismo después de esto, estarás perdido". Nació en un hogar ortodoxo. En su casa hablaron la mayor parte del tiempo Yiddish junto con el húngaro, alemán y rumano. Su padre Elisha Shlomo (como su hijo) le alentó a estudiar hebreo y leer literatura general, mientras que su madre le empujó al estudio de la Tora y al jasidismo.

Su madre y hermana fueron asesinadas de inmediato con la "selección". Sobrevivieron dos de sus hermanas y su padre casi hasta el final. Wiesel relata cómo, cuando trataba de salvar a su padre muy enfermo, el jefe del barracón le dice: “Escúchame bien pequeño. No olvides que estás en un campo de concentración. Aquí cada uno debe luchar por sí mismo y no pensar en los demás. Ni siquiera en su padre. Aquí no hay padre que valga, ni hermano, ni amigo. Cada uno vive y muere para sí, solo. Te ofrezco un consejo: no des más tu ración de pan y sopa a tu viejo padre. No puedes hacer nada por él. Y te matas a ti mismo. Al contrario, deberías recibir su ración”.

 “El deber del superviviente es dar testimonio de lo que ocurrió, hay que advertir a la gente de que estas cosas pueden suceder, que el mal puede desencadenarse. El odio racial, la violencia y las idolatrías todavía proliferan.” La Shoá le llevó a pelear con Dios. Pero en 1997 publicó ¿Dónde estabas, Dios, en Auschwitz? Comienza con Señor del Universo, hagamos las paces, y termina con: (…)¿No deberíamos pensar en tu dolor también? Al ver a tus hijos sufrir a manos de tus otros hijos, ¿no has sufrido tú también? Mientras los judíos otra vez empezamos a celebrar el Año Nuevo, preparándonos para orar por un año de paz y felicidad para nuestro pueblo y todos los pueblos, hagamos las paces, Señor del Universo. ¿A pesar de todo lo que pasó? Sí, a pesar de todo. Hagamos las paces: para el niño que hay en mí, es insoportable estar separado de ti durante tanto tiempo.

Como discípulo de Rabí Najman de Braslav le gustaba relatar cuentos. Finalizó una conferencia que dictó en Bet El, Buenos Aires 1979, con este cuento jasídico. Rabí Israel Baal Shem Tov viendo como la maldición se levantaba contra el pueblo judío, solía ir a un cierto lugar en el bosque, encendía un fuego, rezaba una plegaria y la maldición no llegó. Más adelante su sucesor, Rabí Dov Ver de Mesrich, al ver que llegaba la desgracia iba al mismo lugar para decirle a Dios "Soberano del mundo, no sé la plegaria pero si como hacer el fuego y conozco también el lugar en el bosque". Suficiente y la plaga no llego al pueblo judío.

Llegó el turno de Rabí Israel de Rizn de salvar a su pueblo… Pero… Sentado en una silla, cerró los ojos y en un suave murmullo le dijo a Dios: "Señor, no sé cómo encender fuego, no conozco la plegaria, ni siquiera conozco el lugar en el bosque. Todo lo que se es como contar el cuento y esto debería ser suficiente". Y la leyenda dice que FUE suficiente. ¿Y nosotros nos conocemos el cuento?

Y en palabras de Wiesel:  “Desde tiempos inmemoriales la gente ha hablado de paz, pero no la consiguió. ¿Será sencillamente que carecemos de suficiente experiencia? Aunque hablamos de paz, hacemos la guerra. A veces hasta guerreamos en el nombre de la paz. [...] Puede que la guerra sea una parte tan intrínseca de la historia que no pueda eliminarse... jamás”.



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