A finales de 2015 me encontraba en un momento no tan fácil de mi vida, no me podía encontrar a mí misma, por lo tanto no tenía idea que quería de esta.
Siempre he creído que todo pasa por alguna razón y un miércoles como cualquier otro a las 7:30 en Kolel, pasó algo diferente, una nueva cara hablando acerca de los propósitos de la vida y de lo que nosotros queremos hacer con las nuestras y definitivamente esto fue una señal para mí, apenas se acabó la clase hice mi “to do list” de vida como dijo este nuevo rabino que hiciéramos. Así que lo hice. Y en la lista estaba obviamente tirarme de paracaídas pero también dejar una huella en el mundo y poder algún día inspirar a alguien.
Esta lista se quedó en el olvido, borré el archivo de mi computador y terminé otra vez siguiendo los estándares aburridos y vacíos de esta realidad en la que vivimos.
Muchas personas y sobretodo mi familia me han criticado lo impulsiva que puedo llegar a ser, pero como normalmente hago lo que a mí se me antoja, renuncié a un trabajo que no me hacía feliz, pero no importaba mi tranquilidad porque inmediatamente me cayeron encima recordándome la mala decisión que había tomado por perder una oportunidad semejante y siempre respondí “yo veré cómo me las arreglo”. No pensé que tomar una decisión fuera tan fácil y difícil al mismo tiempo, no pensé que se podía sentir tanta tranquilidad y angustia al mismo momento, estaba feliz que había renunciado pero realmente no sabía que iba a pasar conmigo. La vida se trata de tomar decisiones cada segundo y yo había tomado la mía.
Tenía algunos ahorros, una vida de la cual quería escapar y un viaje que no paraba de sonar en mi cabeza, un viaje que promocionaba aquel rabino que tanto me inspiró como pocas cosas lo hacían, así que volví a tomar una decisión e irme a este viaje.
Israel, primer día, primera actividad todas las niñas estaban en falda y lo primero que pensé era en que me había metido, me arrepentí y dude del viaje mil veces en un segundo, nunca había estado con tantos religiosos en un mismo lugar y yo solo no quería que me trataran de lavar el cerebro con “su” religión.
Pero pasó la primera semana y wow experiencia, no tengo palabras para explicar lo increíble que fue, conocí a todas estas niñas religiosas y creé una amistad divina, conocí a una amiga que será para toda la vida, escuche a rabinos/conferencistas genios que me dijeron que tenía el mundo a mis pies y que TODO lo que yo quisiera lo podía lograr si creía en mí y en mis proyectos, fue la semana más enriquecedora en 24 años de vida en donde todo lo veía posible. Salvar el mundo e inspirar a miles de personas era posible sin tan solo me salía de los estándares en los que la sociedad te obliga a estar, un trabajo aburrido pero estable, tener y mantener una imagen que a la gente le guste aunque tú no seas feliz. Pero si dejas a un lado el egoísmo y el egocentrismo que estás acostumbrado a tener y te preocupas por las necesidades del otro, si sacas tiempo para oír a un extraño o darle una mano y hacer de sus problemas como si fueran tuyos ya sean grandes o pequeños el mundo puede cambiar ya que cada persona es un mundo completamente único.
Como todas las cosas tienen un precio, el precio del viaje era hacer un proyecto comunitario en mi país y mi proyecto fue cambiar el mundo de la misma forma que el viaje cambió mi vida y la percepción de ésta. No llegué de Israel siendo religiosa ni más practicante, pero llegué a ver las cosas realmente importantes y esas cosas definitivamente no son materiales y el placer máximo en este mundo material, dice el Rabino David Ergas, es acercarse a Hashem pero para mí es ayudar al prójimo, por lo tanto creo que el Rabino Ergas tiene razón ya que Hashem dijo que amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Logré con mucha ayuda del Gran Rabino Goldschmidt a que este gran Rabino David Ergas viniera nuevamente a Bogotá a compartir su sabiduría, los niños de 10° y 11° del colegio estuvieron encantados dos mañanas de conferencias, las mujeres tuvieron doble oportunidad de oírlo, los jóvenes en Kolel, y la comunidad tuvo el chance de oírlo en un tanaj y en la sinagoga en el último día del viaje. Solo tengo palabras de agradecimiento a todos los que fueron y les llegó algo de estas charlas porque si así fue, significa que este proyecto tuvo resultados, al Gran Rabino Goldschmidt infinitas gracias por creer en mí y es increíble su trabajo en la comunidad y el apoyo que me dió desde el primer día y claramente al Rabino David Ergas por vivir para ayudar a los demás y tener un viaje anualmente que cambia la vida de miles de personas como cambió la mía.