Su pasado ancestral
El Pueblo Kurdo posee su identidad desde el Siglo X a/e (antes de esta era) mas siempre ha estado dominado y sojuzgado por los antiguos imperios de turno: los medos, los asirios, los babilonios y los persas de Ciro el Grande. En el año 332 a/e Alejandro el Magno, Rey de Macedonia y Grecia, somete a los kurdos, al igual que a todos los pueblos asiáticos, a su gran espacio imperial cuya impresionante avanzada había llegado, como es sabido, hasta la India.
En el año 66 a/e pasa a ser una provincia más del Imperio Romano para, siglos más tarde, quedar bajo el dominio oriental del Imperio Bizantino que en el año 1453 del calendario gregoriano es derrocado por el Imperio Otomano musulmán con la conquista definitiva de la ciudad de Constantinopla que es designada con el actual nombre de Estambul. Casi 500 años de dominación turca no alcanzaron para anular la nacionalidad de este pueblo aguerrido cuya tradición contemplaba la convivencia natural entre musulmanes, judíos, cristianos y yazidis.
Después de la 1ª.GM, y disgregado el Imperio Otomano, se firma el luego fallido Tratado de Sévres de 1920 que contemplaba la independencia de los diferentes pueblos que formaban parte de los imperios perdedores, lo que dio lugar al posterior Tratado de Lausana (1923) que formaliza una vil traición a los anhelos de declarar un Kurdistán libre e independiente cuando las potencias europeas intervinientes la dividen entre 4 países: Turquía, Irán, Siria e Irak.
Su heroico y trágico presente
Con una historia de vida y de muerte que se cierra y vuelve a abrirse tantas veces, y con raíces arraigadas de una identidad, continuidad y herencia que perdura desde hace casi 3.000 años los kurdos han sufrido persecuciones y proscripciones en todos los países mencionados, siendo los peores de ellos ejecutados por el célebre déspota y dictador de Irak Sadam Husein quien los combatió brutalmente con armas químicas y gases (para aquellos que todavía no creen que este las poseía) contra el cual los kurdos se defendieron con arrojo y valentía.
La prueba palpable del heroísmo de los kurdos se ha corroborado nuevamente a partir del año 2014 cuando aparece en la escena de Irak y de Siria el voraz y criminal Califato Islámico de Al Bagdadi, un desprendimiento del grupo terrorista Al Qaeda de ese otro vil homicida llamado Osama Ben Laden, buscado, descubierto y ejecutado por un Comando de los EE.UU. Mientras las tropas del Ejército de Irak huían y abandonaban en el campo de batalla el armamento que les habían entregado los Estados Unidos, las Unidades del Pueblo Kurdo (YPG) resistieron al Califato en Erbil, Kobane y tantas otras localidades para luego comenzar las contraofensivas nororientales que permitieron, junto con los ataques de la aviación norteamericana desde el aire y el avance de las nuevas tropas iraquíes por el sur liberar la ciudad de Mosul en 2017.
Asimismo en Siria la alianza forjada entre los kurdos, la Fuerza de Siria Democrática (FSD) y los vuelos aéreos de la aviación americana permitieron hace pocos días la liberación de Raqqa, considerada por el ISIS como la capital del Califato Islámico. Fueron los kurdos los que, tanto en Irak como en Siria, pusieron el pecho y la sangre de sus hombres y mujeres para liberarlos y sin embargo su tragedia consiste en que nadie, salvo el Estado de Israel, quiere reconocerlos como merecedores de establecer un Estado del Kurdistán libre e independiente.