Con el positivo ánimo de la sana reflexión y autocrítica, vuelvo a listar algunos temas recientes de la realidad israelí, que personalmente me quitan el sueño.
- Ojo cuando a la Kneset le da por considerar instaurar la pena de muerte. El cuchillo es de doble filo.
- Ojo cuando a la Kneset le da por condicionar las negociaciones sobre Jerusalem a un nuevo mínimo de 80 votos.
- Ojo con no pararle suficientes bolas al BDS. Cualquier éxito de ellos es un éxito nuevo que antes no tenían. El tema sigue muy vigente, contagioso y seductor.
- Ojo cuando aplicamos dobles raseros. ¿Qué pasa cuando judíos fanáticos cachetean a soldados? (ver caso Alkobi)
- Ojo cuando a un ministro le da por decir en voz alta que ya es suficiente que los bombazos israelíes sobre Gaza solo causen daños materiales y que es hora de que haya víctimas mortales
- Ojo cuando después de recibir 40.000 refugiados africanos, ahora el plan es ver cómo deportarlos o encarcelarlos, o cómo contratar civiles que ayuden a deportarlos
- Ojo a la hora de deportar arbitrariamente a ciertos turistas con permisos, patrocinios de reconocidas instituciones judías, tiquetes de regreso y cartas de los mismos consulados israelíes (ver caso Yehuda Kimani, Abayudaya de Kenya). Y a consecuencia de eso, ojo cuando Birthright suspende ciertos programas por miedo a que algunos de sus participantes sean deportados por no cumplir las siempre cambiantes y caprichosas normas del Ministerio del Interior y la Rabanut.
- Ojo a la talibanización, clausurando vía decreto de la Kneset, tiendas en Shabat, en un país que es para todos sus ciudadanos.
- Ojo cuando el mismo presidente del país habla de una crisis moral y de valores.