2024-04-19 [Num. 979]


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Columnistas  - Reflexiones en Sión

Yaacov Amar Rothstein

Yacov rothstein
Por Yaacov Amar Rothstein
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Nacido en Bogotá, Yaacov Rothstein fue ex-mazkir de Kineret Tnuat Noar y ex-alumno del Colegio Colombo Hebreo. A los 18 años hizo aliá y realizó estudios de agricultura Hi-tech en Sde Eliyahu. En Jerusalem realizó estudios de Tora con los alumnos directos de Rav Kook z"l. Prestó servicio militar como combatiente en las fuerzas especiales del Ejército Israelí. Actualmente es representante de las Juventudes Sefaradíes en la Organización Sionista Mundial, conferencista, asesor de la organización Bodedim BeYachad y estudiante de ingeniería en la Universidad Ben־Gurion.

Sin Imaginación no hay Profecía

2019-08-14

Rothstein esta semana
Si desea escuchar la lectura el artículo puede acceder aquí.

Audio: Vilma Chaskel

A todos nos ha pasado alguna vez. Queremos expresarle a alguien lo que pensamos y sentimos, pero no lo hacemos. Hay algo que nos frena, algo que no nos permite siquiera acercarnos a esa persona para exteriorizar dichos pensamientos. ¿Qué es lo que nos detiene?¿Es pena?¿Es miedo?¿Es inseguridad?¿Falta de confianza?

¿Cuál es el motor de los héroes del pueblo judío, que los impulsó a atreverse a pesar de la adversidad?¿Por qué unos se arriesgaron a florecer los desiertos de Eretz Israel y otros no?¿Fue miedo?¿Fue comodidad?¿Fue conveniencia?

Alfred Hitchcock fue uno de los cineastas más aclamados de todos los tiempos debido a su ingenio cinematográfico, particularmente en el género del suspenso. Las películas de Hitchcock lograban espeluznar a los espectadores sin la necesidad de utilizar terroríficos efectos especiales y sin tener que mostrar escenas explícitas.

Por ejemplo, si Hitchcock quería proyectar la escena de un asesinato, él no le decía a sus actores que actuaran "un asesinato" como tal, sino que Hitchcock iba elaborando el contexto de forma tal que uno como espectador termina imaginando por sí mismo la horripilante escena. Es decir, que incluso sin uno ver un asesinato actuado en la pantalla, uno al final se lleva un susto con simplemente imaginarlo.

Hitchcock sabía que era más conveniente jugar con la psicología de los espectadores en vez de valerse de efectos especiales técnicos. Sin importar qué tan bueno sea el actor o qué tan elaborados sean los efectos especiales, la imaginación nuestra siempre extrapolará la escena a extremos aún más aterradores que cualquier efecto visual posible.

Así que ¿qué es eso que nos detiene a la hora de querer acercarnos a alguien para expresarle algo? ¿Qué motivó a personajes como Rabi Akiva o Hertzel para darlo todo por una independencia nacional? La respuesta es: la imaginación.

Nuestra imaginación es un arma de doble filo. Podemos enfocarla en fines positivos: para impulsarnos, para crear, para romper paradigmas, etc. Pero ella también puede llegar a asustarnos y frenar nuestras acciones. A veces imaginamos consecuencias mucho peores de lo que es la realidad. Al igual que en las películas de Hitchcock, nos asustamos  de cosas que ni siquiera hemos visto o ni han pasado, y nos inhibimos.

El Rav Kook, primer Gran Rabino de Israel y de los más grandes partidarios del Movimiento Sionista del Siglo XX, entendió la magnitud de lo que ocurría en su época. Esas pequeñas migraciones de judíos a Eretz Israel, aseguró Rav Kook, iban a traer la redención del pueblo judío (después de 2000 años de exilio) gracias a que estaban sincronizando la imaginación con la neshama israelí. Por fin el pueblo judío estaba efectuando lo que el judío no había logrado concebir por siglos: volver a levantarse como Nación en Eretz Israel, tal como en los días del rey David.

Nuestros padres fundadores del Estado de Israel lograron sobreponerse a esa barrera de miedo que produce la imaginación. Enfocaron el poder de la imaginación individual para así cimentar un bien colectivo. Los desiertos de Israel florecieron porque nuestros antepasados canalizaron su imaginación a un ideal que eventualmente persiguieron.

Beezrat Hashem, que logremos orientar nuestra imaginación para así aportar a nuestro Pueblo, pues ésta es el impulsor de nuestro Pueblo: un pueblo que siempre imaginó un futuro mejor no solo para Israel, sino para la humanidad entera -así como lo visualizaron los profetas-. Tal y como escribió Rav Kook, "la imaginación es la base de la profecía".



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