2024-04-16 [Num. 978]


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Columnistas  - Halajot en la Actualidad

Rav Daniel Shmuels

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Por Rav Daniel Shmuels
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Rav Daniel Shmuels nació en Bogotá, Colombia. Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, psicoanalista del Lacanian School of Psychoanalysis e hizo sus estudios rabínicos en el Rabbinical College of America. Fue First Assistant Rabbi para Ohev Shalom al igual que para el Chief Rabbinate of Florida. Fundador del Beit Din of South Florida, miembro de los Batei Din of America. Tradujo y editó el libro “Bienvenido al Judaísmo: Una Guía al Judaísmo Básico y la Conversión Judía Ortodoxa”. Actualmente es el Head Rabbi de la Keilá The Private Shul of South Florida.

Exclusión en la ortodoxia

2017-02-23

Ortodoxos34

A través de nuestra historia la diferencia ha sido un aspecto bastante complejo que ha llevado a la separación y respectiva exterminación de corrientes y movimientos que pretendían ver y vivir el judaísmo de una manera diferente. El punto básico de discordia en todas esas ocasiones fue el "entendimiento" que se tenía de la Halajá o por lo menos de lo que conocemos hoy en día bajo ese nombre. Actualmente nos encontramos frente a otro momento que será recordado en los anaqueles de la historia como un momento decisivo para la continuidad de nuestro judaísmo por la incesante persistencia del establecimiento ortodoxo en excluir del judaísmo grupos totalmente ortodoxos que pretenden mantener nuestra Halajá viva y dinámica.

Podemos recordar cómo, al surgir el mundo Jasídico, con sus Minjaguim y sus nuevas interpretaciones Halájicas, aparece un movimiento opositor que pone todas sus fuerzas en destituir su validez judía; a saber, el mundo Mitnagdim, el cual significa literalmente, opositor. Solo el paso de los años va a traer una paz mutua donde ambos grupos se aceptan y respetan como miembros del judaísmo. En el mismo siglo, el siglo XVIII, años más tarde, va a surgir otra corriente dentro del judaísmo que va a plantear una nueva perspectiva frente a la Halajá, una interpretación diferente a la clásica; empero, en esta ocasión el mundo ortodoxo va a rechazar como judío, desde cualquier perspectiva, a ese movimiento. Es más, aún hoy en día los esfuerzos del Gadol Rabanut de Israel son inmensos para que las prácticas de este grupo, conocido hoy en día como reformista, no sean aceptadas como judaísmo por parte de Medinat Israel.

No pretendo avalar en este punto ninguna posición a ese respecto; empero, es mi propuesta poner sobre la mesa la capacidad que tenemos como judíos de aceptar la diferencia aún dentro de nuestra propia práctica. Me resulta un poco ambiguo el concepto de rivalidad victoriosa que estamos viviendo entre nosotros a nivel Halájico. Escucho una y otra vez como se aplaude el que alguien no sea extremadamente ortodoxo o como se aplaude el que alguien se separe por completo de una práctica menos rígida. Ambos casos, extremos. La pregunta que acá surge es, ¿hasta qué punto estamos aceptando y respetando la diferencia de nuestro prójimo? La Torá nos dice "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". Entonces, ¿no implica eso que debemos amar la diferencia de nuestro prójimo judío?

Existe una secta Jasídica que surgió hace unas cuantas décadas atrás que, con su comportamiento y cumplimiento de la Halajá, ha creado una serie de controversias tanto para el establecimiento Haredi como para el mundo judío ortodoxo en general. Se trata de la secta Lev Tahor, una secta ultra ortodoxa de extrema derecha que no permite ningún tipo de innovación moderna dentro de su cotidianidad. En Lev Tahor las mujeres se visten con túnicas negras de la cabeza a los pies, solo dejando visibles los ojos, está prohibido que las mujeres conduzcan automóviles, está prohibido tener internet, televisión, teléfono celulares, solo existe educación religiosa para los hombres, ciertos productos naturales son prohibidos aún cuando sean Kasher, los miembros se deben casar en la edad que la Halajá lo permite y así, la particularidad de sus Minjaguim Halájicos contiene un listado bastante largo que dista del concepto moderno de judaísmo ortodoxo aún para el establecimiento Haredi.

La problemática que surge con Lev Tahor es su relación problemática con los paises en donde se encuentra. Desde Israel, Estados Unidos, Canadá, hasta Costa Rica, este grupo ha sido perseguido por las autoridades locales principalmente bajo acusaciones de mal trato infantil. En cada uno de estos lugares Lev Tahor ha intentado establecerse como un grupo separado de la humanidad y sumergido solo en su concepto de judaísmo. De entrada, es factible que sus vestimentas y forma de vida en general produzcan un rechazo por parte del mundo occidental, un rechazo a la diferencia que ellos encarnan y este rechazo a la diferencia también surge dentro del judaísmo porque su devenir se aleja del concepto que tenemos de judaísmo y Halajá en la actualidad. Entonces nos surge la pregunta, ¿qué tanto debemos aceptar la diferencia? Más allá de ello, ¿cuál es la línea que marca lo aceptable de la diferencia y lo no aceptable? 

Para este caso específico hay un aspecto que el establecimiento Haredi, al cual se suma la ortodoxia en general, argumenta como inapropiado e inaceptable desde la óptica Halájica; a saber, nuestra Halajá nos ordena que tenemos que seguir las leyes de las naciones en donde vivimos desde que no vayan directamente en contra de la Torá. Este grupo alega que no ha quebrantado ninguna ley civil de ningún país en el que ha vivido; de cualquier forma, una y otra vez, surgen acusaciones de mal trato infantil. He aquí el problema con la diferencia: Para los estados civiles el maltrato infantil cubre áreas como la no educación (laica) de un niño, la falta en el cuidado del aseo personal de un niño, la falta de espacios logísticos y físicos de recreación (confinamiento), abuso sexual (el cual incluye matrimonios de personas menores de edad aún con el consentimiento de los guardianes responsables), etcétera. 

El abuso infantil de acuerdo a los estándares civiles no solo es pegarle a un niño o insultarlo o gritarlo o abusarlo sexualmente (violación). En los niños de Lev Tahor no hay rastro de golpes, no hay rastro de violación y tampoco hay rastro de mal trato psicólogo (de acuerdo a las pruebas estandarizadas psicológicas utilizadas por el gobierno federal de Canadá); sin embargo, los niños en su mayoría no saben hablar o escribir el idioma local, no saben ciencias, matemática, historia, geografía ni actualidad nacional; así mismo, no tienen lugar a los espacios lúdicos en ninguna edad, hay matrimonios de personas, tanto de hombres como mujeres, que se llevan a cabo desde los 12 y 13 años aun cuando la mayoría sucede a los 16 o poco antes; lo cual, sigue siendo ilegal. A esto se suman las condiciones de aseo prácticamente ausentes dentro de la comunidad, la mayoría de niños fueron encontrados con hongos en los pies y con enfermedades dermatológicas por falta de aseo básico personal.

Para Lev Tahor, esos reclamos no son abuso infantil y en cambio de lo que se trata es de un odio a la diferencia que ellos representan y por ende una persecución religiosa contra ellos. Ahora nos preguntamos, si la ley civil establece que los comportamientos nombrados son ilegales, ¿está Lev Tahor cumpliendo la Halajá que tanto dicen que enaltecen y cumplen? Recordemos, la Halajá nos dice que no debemos de ir en contra de la leyes locales si no van en contra de nuestro judaísmo; entonces, ¿enseñar ciencias, matemáticas, lenguaje, historia, geografía, etcétera, es ir en contra de la Halajá? Acaso, ¿bañarse, lavarse los pies y los oídos, así como jugar y casarse después de la mayoría de edad civil va en contra de nuestra Halajá? 

Para finalizar, ¿estamos hablando de diferencia en este caso o estamos hablando de comportamiento ilegal encubierto bajo un manto de extrema religiosidad? 



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