“Los hombres justos,
No se quejan de la perversidad sino que acrecientan la justicia;
No se quejan de la herejía sino multiplican la fe;
No se quejan de la ignorancia sino que aumentan la sabiduría.”
Rabino Abraham Itzjak Hacohen Kuk z”l.
Si bien la UNESCO fue creada por las Naciones Unidas (ONU) para dedicarse a la educación, la ciencia y la cultura, todos los conceptos que debieran fundamentarse en la verdad de los hechos históricos, el respeto a las tradiciones milenarias y el conocimiento de las realidades religiosas, el degradado organismo internacional solo se dedica, a todo lo relacionado al pueblo judío, a las falacias de los sucesos de la historia, a denostar todo avance en la ciencia arqueológica, a la desconsideración de costumbres ancestrales y a una falta de educación que linda con la más inicua de las groserías que uno no puede imaginar para las funciones de este organismo.
Los integrantes de cualquier organización dependiente de la ONU, que decidieran emitir una resolución que se relacione con los países, naciones y pueblos que la conforman, deberían tener conciencia de los asuntos que se debaten; tendrían que asesorarse con especialistas para procurar un aprendizaje de la materia que se está tratando; se obligarían a buscar la información necesaria para evitar los absurdos que pudieran surgir por las faltas de conocimiento de los objetivos propuestos y, fundamentalmente, tener experiencia en el manejo y elaboración de una resolución que puede definir, en muchos casos, la paz o la guerra entre países miembros de la ONU o entre sociedades humanas que conviven unos con otros.
Pero lo que sucede en la UNESCO es la ridícula situación en la que las resoluciones que se relacionan con el Estado de Israel y el pueblo judío se resuelven a mano alzada y sin tomar en cuenta ninguno, absolutamente ninguno de los imprescindibles conceptos desarrollados en el párrafo anterior pues, para este especialísimo caso, la UNESCO se ha convertido en una mera escribanía automática por la cual Israel y el judaísmo no existen, no han existido y no deberían existir, a pesar de cumplir con un calendario de 5777 años, meticulosa y cronológicamente desarrollados en un libro bastante conocido cuyo título es La Biblia.
El 11 de abril de 2016, el Consejo Ejecutivo de la UNESCO adoptó una resolución basada en el proyecto de decisión, Punto 19, denominada Palestina Ocupada*1, presentada por países árabes donde, sobre el Patrimonio Cultural de varios sitios de la ciudad de Jerusalem, se niega todo vínculo de los mismos con el judaísmo y el cristianismo, concediéndolos únicamente a un supuesto estado palestino, que todavía no existe.
El Estado de Israel, que sí existe, es denominado en el escrito como potencia ocupante en 16 ocasiones diferentes y en ninguno de los párrafos se le concede la más mínima conexión con lugares que, cualquier análisis que realizara el más prosaico de los historiadores podría obviar, demostrando con esta resolución una ignorancia supina, una burda incapacidad y la falta de respeto de esta organización hacia la inteligencia humana.
Jerusalem, como parte de Tierra Santa, fue conquistada por los árabes recién en el año 637 de esta era, pero aproximadamente 1.600 años antes de dicho acontecimiento (-1.000), fue capital de un Estado Judío que había construido, en diferentes épocas, dos Templos, el segundo ampliado con ornamentos y muros exteriores bajo el reinado de Herodes (-40 a -4). En esos tiempos a su vez, o sea 600 años antes que apareciera Mahoma en Arabia, surgía en Tierra Santa el cristianismo que ubica a Jesús yendo con sus discípulos a rezar en el Monte del Templo Judío en Jerusalem.
Que la UNESCO desconozca el nexo judío con el Kotel Hamaarabí (Muro Occidental) llamando al-Buraq a la Plaza del Kotel, y su vínculo con la ciudad de Hebrón donde están las tumbas de los Patriarcas, es un verdadero escándalo, especialmente para países como Francia y Argentina que han apoyado este infame proyecto.
La cantidad de resoluciones que emanan de la UNESCO contra la milenaria identidad judía en los territorios de Eretz Israel y el vibrante Estado de Israel actual permiten la sospecha de que estamos tratando con un órgano que emite decisiones sesgadas y hemipléjicas.
No se ha visto parecido empeño, por parte de la UNESCO, en dictar tamaña cantidad de resoluciones a los miles de verdaderos atropellos culturales, científicos y educativos que otros países o grupos realizan a la vista del mundo entero, entre los cuales solo serán destacados algunos pocos de ellos.
Kurdistán, territorio habitado por el pueblo Kurdo, ha sido expoliado, dividido y humillado por Turquía, Siria, Irak e Irán sin que exista siquiera mención alguna a los mismos. El Tratado de Sèvres (1920) les prometió a los kurdos una autonomía política y cultural que no solo no ha sido cumplida sino, por el contrario, fue aplastada en varias oportunidades, entre ellas por la de marzo de 1988, durante la guerra entre Irak e Irán, en la que murieron 5.000 kurdos por los efectos de la utilización contra ellos de armas químicas.
La isla de Chipre, de origen helénico y con un 80% de griegos ortodoxos, fue invadida por Turquía en 1974, despojando a los griegos-chipriotas, en el área ocupado por los turcos, de sus propiedades, su religión (que pasó a ser musulmana) y su cultura ancestral.
Por qué no mencionar la reciente apropiación de Crimea por parte de Rusia que en el pasado fuera obsequiada a Ucrania, con “La insoportable levedad del ser” (Milan Kundera) de Nikita Jruschov en uno de sus momentos de eternas borracheras.
Solo para nombrarlas, ya que no lo hace la UNESCO, podrían mencionarse a las Islas Kuriles de Japón apropiadas en 1945 por los soviéticos, las Islas Malvinas argentinas conquistadas por los ingleses en 1833, el Peñón de Gibraltar, ocupada por sorpresa en 1704 por Gran Bretaña, etc., etc., todos son espacios donde brutalmente se borran culturas, religiones y enseñanzas educativas, las que en estos mismos momentos, y desde la frustrada “Primavera Árabe de 2011”, se están destruyendo y saqueando en el atroz genocidio que se está produciendo en Siria e Irak.
Pero la UNESCO se empecina en desconocer a un pueblo, el pueblo judío, que ha decidido, después de casi 2.000 años de un exilio forzoso en el cual ha sido perseguido, maltratado y asesinado, defender sus derechos a la existencia en su patria ancestral y no suicidarse como lo hiciera Stefan Zweig en el destierro brasilero sino combatir como lo realizara Thomas Mann, erigido en un potente portavoz universal para anunciar con antelación, al mundo civilizado, sobre el descomunal y criminal avance del nazismo en Europa.
El Estado de Israel y el pueblo judío harán todo lo posible para impedir que la verdad y la justicia sean degradadas por las falaces resoluciones de la UNESCO.
Las palabras finales están dirigidas a la Directora de la UNESCO, Irina Bokova (Sofía, Bulgaria, 1952) quien, en función de su postulación para la Secretaría General de la ONU y necesitando los 54 votos de los países musulmanes, ha vendido su alma a la incultura y a la indignidad.
*1 En relación al tema UNESCO. Se trata de una resolución que tiene 6 páginas, 4 capítulos y 40 artículos que yo apenas pude resumir en las casi 2 páginas del artículo, por lo que sugiero que deriven, los lectores interesados, leerla completa entrando en:
UNESCO, Consejo Ejecutivo, 199a. reunión, 199EX/PX/DR.19.1 Rev., Paris, 11 de Abril de 2016.
COMISIÓN DEL PROGRAMA Y DE RELACIONES EXTERIORES (PX). Punto 19 Palestina ocupada. PROYECTO DE DECISIÓN.
Presentado por: ARGELIA, EGIPTO, LÍBANO, MARRUECOS, OMÁN, QATAR Y SUDÁN.