Cuando hablamos de Democracia, debemos tener en cuenta, que el término “Democracia”, (demos = pueblo y kratos=autoridad), así como todo su contenido, provienen de Grecia, un país de dioses, un país idólatra. Se le abona a Pericles (495 al 429 AEC.) haber desarrollado esa gran idea.
La Democracia en sí, creada u organizada por un ser humano, (Pericles), carece de la perfección que aparenta a primera vista. No hay que ir demasiado lejos, para ver que en su mayoría, los países llamados “Democráticos”, han sido incapaces de dar bienestar social, de transmitir ética a sus ciudadanos. Y cuando digo “a sus ciudadanos”, me refiero a la gran masa. Miremos no más, -a manera de ejemplo-, como todos los países de América Latina están plagados de problemas sociales, a pesar de ser “Demócratas”.
Lo que supuestamente, debería traer beneficios para la humanidad en general, o a un Estado, en particular, (puesto que no habría lugar a pensar, -no sería lógico-, que el pueblo que se gobierna a sí mismo, sea capaz de procurarse mal), va creando para sí mismo, un Estado lleno de injusticias sociales.
En este orden de ideas, colocando lo justo frente a lo injusto en una fiel y precisa balanza, concluimos que la “Democracia” adolece de la perfección que se le atribuye. Esto es, tiene bastantes defectos.
Todos somos hijos de Dios, el judío y el no judío. Y lo inteligente que pueda ser el no judío, es también obra de Dios. Así que, igual como a Hashem le pareció bien la idea de Yitró, suegro de Moisés, de su esquema de la distribución de funciones, (Éxodo XVIII: 1 al 27), la Democracia, tiene sus partes positivas, que son las que habría que aprovechar. Pero desde luego, la Democracia, tiene sus grandísimas desventajas
De manera que cuando oímos que alguien dice que Israel es la única “Democracia” que existe en el Medio Oriente, tenemos que corregir esa apreciación, porque Israel, jamás podrá ser una “Democracia” al estilo de los países que tienen ese sistema de Gobierno. Entre más “Democrática” sea Israel, menos judía es, por su menor apego a la Torah.
Los ciudadanos israelíes, demasiado pragmáticos, no hemos estudiado Torah, desde por lo menos, los abuelos de hoy en día. Cuando digo estudiar Toráh, no me refiero a ir a una Yeshivah. Me refiero a leer, a estudiar y a entender esa eterna joya del pueblo judío, que es la Torah. Y no es difícil. Es cuestión de, al menos, QUERER leer semanalmente la Parashá y la Haftarah correspondiente; leer las 3 o 4 páginas de Tehilim (Salmos) del día, e ir introduciéndose poco a poco, en textos como Pirkei Avot y otros de fácil lectura como “Cuida tu Lengua” del Jafetz Haim, (Rav Israel Meir Ha-Cohen) o “La Senda de los Justos” de Rav. Moshé Jaim Luzzatto y tantos otros.
Cualquier duda, en la Comunidad hay Rabinos a quienes se pueden consultar y estarían gustosos, de ver que su kehilah, ESTUDIA.
A mi juicio, en Eretz Israel hay israelíes, pero pocos judíos. Hay, –porcentualmente hablando- más asimilación que en los Estados Unidos. El criterio de un judío israelí, de que su hijo tenga educación laica, es un contrasentido dentro del judaísmo. El Salmo 78, vers. 5 al 7, dice: “Pues Él (Hashem) estableció preceptos para Yaacov y fijó una Ley para Israel y ordenó a nuestros padres (tatarabuelos) que la diesen a conocer a sus hijos (los bisabuelos), para que lo sepa la generación venidera (los abuelos) y que sus hijos (los padres) lo transmitan a su vez a los suyos (los hijos).
Es decir, ¿en dónde queda nuestra responsabilidad de transmitir, de traspasar esas mitzvot, ésa ética a nuestra descendencia, cuando nuestros héroes de guerra, nuestros soldados, hoy en día padres, exigen colegios laicos para sus hijos?
Por ello, cuando leemos en Deuteronomio (Shoftim) XVII: 15- “Ciertamente podrás poner sobre ti por rey a aquél que escogiere el Eterno, tu Dios; de entre tus hermanos pondrás rey sobre ti; no podrás poner sobre ti a hombre de tierra extraña, que no fuere hermano tuyo.
Ello significa, que ciudadano israelí, que no sea Yehudí, no podría, –jamás-, ser Mandatario de Israel. No podría cumplir con el deber de elegir y el derecho a ser elegido. Sería una falla democrática del único país Democrático del Medio Oriente. Al Primer Ministro lo nombra la coalición ganadora. Si los ciudadanos israelíes, no Yehudim, siguen creciendo en número, hipotéticamente podría llegar un día que sean mayoría. Por lo tanto, detalles “aparentemente nimios”, como la venta de cerdo dentro de Israel, lo cual debería prohibirse tajantemente, al igual que los desfiles del grupo LGBT, que desgraciadamente ambos se hacen con la vista hacia otro lado de nuestros jerarcas espirituales, ha llevado poco a poco a la consecuencia, -que afortunadamente cuenta con la desaprobación del Rabinato-, a pesar de grandes e insistentes manifestaciones, de prohibir que el grupo LGBT, pueda tener como hijos registrados, a aquellos provenientes de adopción o por vientres subrogados.
¡Todo un sancocho de anzuelos! Y viene nuevamente la pregunta: ¿Qué será de Israel, si seguimos siendo el único Estado Democrático del Medio Oriente?