2024-11-22 [Num. 1010]


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Columnistas  - Halajot en la Actualidad

Rav Daniel Shmuels

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Por Rav Daniel Shmuels
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Rav Daniel Shmuels nació en Bogotá, Colombia. Psicólogo de la Universidad Nacional de Colombia, psicoanalista del Lacanian School of Psychoanalysis e hizo sus estudios rabínicos en el Rabbinical College of America. Fue First Assistant Rabbi para Ohev Shalom al igual que para el Chief Rabbinate of Florida. Fundador del Beit Din of South Florida, miembro de los Batei Din of America. Tradujo y editó el libro “Bienvenido al Judaísmo: Una Guía al Judaísmo Básico y la Conversión Judía Ortodoxa”. Actualmente es el Head Rabbi de la Keilá The Private Shul of South Florida.

Mitos Halájicos Vol. 1

2019-02-26

Halachot

El folklore judío está inundado de mitos que hasta cierto punto colindan con el absurdo; en ciertas ocasiones, esos mitos penetran otras áreas del judaísmo como lo es la Halajá. En ese sentido la Halajá cae dentro del folklore judío y se convierte en “víctima” de dichos mitos culturales. 

No es ajeno para un rabino ser cuestionado acerca de mitos provenientes de la simple ignorancia o de un entendimiento incorrecto de la Halajá que es infundado por este folklore inherente a nuestro devenir como pueblo regido por un código de comportamiento estricto. Por tal motivo, en esta ocasión nos entregaremos a una serie de mitos Halájicos, su posible origen y la versión correcta de la Halajá.

El primer mito Halájico al cual tengo que hacer referencia es aquel que establece que las parejas ortodoxas tienen relaciones maritales a través de una sábana con un orificio. El origen de esta idea es incierta; sin embargo, hay referencias bibliográficas laicas que aparecen desde el siglo XVIII. Es factible que haya un concepto de “santidad” involucrado en dicho mito por cuanto en la antigüedad las relaciones sexuales se consideraban “sucias” y si bien el propósito de vida de la ortodoxia es ser “puro” lo más apropiado sería que no disfrutaran de esa “suciedad”. Nada más lejano de la realidad judía y Halájica. El Shulján Aruj nos indica que debemos entregarnos completamente a nuestra esposa, en cuerpo y alma, en el momento de nuestra intimidad; es más, está prohibido pensar palabras de Torá, no por que podamos ensuciarla con nuestro acto íntimo sino porque con ello le estaríamos quitando atención, afecto y amor a nuestra esposa. En la Mishná Torá el Rambam nos enseña que esposo y esposa deben entregarse mutuamente y sin reservas de afecto y amor cuando tenemos relaciones maritales. Es cierto que decimos una Brajá (bendición) antes de llevar a cabo nuestra intimidad y que nuestra sexualidad tiene una disciplina establecida por la Torá pero ello no es indicativo del uso de una sábana “protectora” de pecado. Creo que ese concepto es más aplicable a la película “Como Agua Para Chocolate” que al judaísmo ortodoxo verdadero. 

En la festividad post bíblica de Purim, cuando llevamos a cabo la Mitzvá de Mishloaj Manot (regalos de comida) tenemos que dar alimentos  sobre los cuales se digan Brajot (bendiciones) diferentes. El posible origen de este mito se debe a que al regalar dos comidas que al ser combinadas se convierten en una sola hasta el punto que sólo necesitan una bendición se consideran como una sola porción de Mishloaj Manot. Este es un entendimiento incorrecto de la Halajá. El Shulján Aruj (código de ley judía) de hecho proporciona como ejemplo en Oraj Jaim 695:4 que se pueden dar dos porciones de carne como permitidas para Mishloaj Manot; es decir, dos comidas que llevan la misma Brajá.

Cuando una mujer se encuentra en el periodo de Nidá (menstruación) no puede tocar la Torá y tampoco ningún libro religioso, motivo adicional por lo cual no puede ser llamada a la Torá ni ser Baal Koré (aquel que lee públicamente) de la misma. Este mito surge posiblemente de la yuxtaposición de términos que utiliza la Torá cuando habla de una mujer en Nidá. Levítico 18:19 enuncia: “Y a una mujer en su estado de impureza de Nidá no os deberéis acercar para conocer su desnudez”. Adicionalmente, levítico 15:19 nos dice que toda mujer en dicho estado convierte en Tuma (impureza ritual) cualquier objeto sobre el cual se siente o recueste y a su vez tal objeto se convierte en portador de Tuma, transmitiendo dicho estado a todo aquel que toque ese objeto. El objeto como tal es una silla o una cama más no ningún otro objeto. Esto quiere decir que cualquier otro objeto, por más “puro” que sea no se va a convertir en “impuro” al ser tocado por una mujer en estado de Nidá. 

Una mujer no tiene la obligación de la Mitzvá de estudiar Torá todos los días de su vida. Infortunadamente esta es una realidad de toda la comunidad ortodoxa, es un estribillo que repiten sin conocimiento de fondo tanto estudiantes como rabinos. La base de este mito sin sentido surge en el Talmud donde se establece que una mujer que estudie Torá es una mujer de mala vida. En este espacio ya se ha analizado con puntualidad el desarrollo de este concepto proveniente de la Guemará. La realidad es que las mujeres no están obligadas a las Mitzvot positivas sujetas a un tiempo específico; por ejemplo, Tefilín, Talit, etcétera. Estudiar Torá es un Mandamiento positivo que no está sujeto a un momento del día específico ni a un día específico, es de por vida, todos los días sin importar si es de día o de noche, motivo por el cual toda mujer judía tiene la obligación de estudiar Torá todos los días de su vida. 

Un cubierto que haya entrado en contacto con un alimento no Kasher se puede recuperar al enterrarlo por uno o tres días. Es factible que este mito surja de dos prácticas que han sido sobrepuestas; a saber, el enterrar un cubierto en 10 lugares diferentes y la obligación de esperar un día para que cualquier objeto pueda iniciar el proceso de recuperación. El caso correcto es que, por ejemplo, un cuchillo que haya sido utilizado para cortar algo no Kasher que esté frío o un cuchillo de carne utilizado para cortar queso puede ser recuperado al enterrarlo en tierra dura en diez lugares diferentes. De cualquier forma, si el objeto fue utilizado con un alimento caliente debe ser recuperado por Hagalá (agua hirviendo) o por medio de Libún (fuego). Para llevar este tipo de recuperaciones es necesario separar y no utilizar el objeto por 24 horas para iniciar su proceso de recuperación. 

Se le puede pedir el favor a un no judío que caliente comida o cocine durante Shabat siempre y cuando el no judío coma de ella. El origen de este mito surge del concepto Halájico que un judío se puede beneficiar de algunas Melajot (labores prohibidas en Shabat) que un no judío lleve a cabo siempre y cuando el no judío obtenga un beneficio directo de ellas; empero, la Melajá de Bishul (cocinar), la cual incluye el calentar comida, no es bajo ninguna circunstancia una de ellas. La verdad es que si un no judío calentó o cocinó una comida durante Shabat, se debe esperar hasta después de Shabat para consumirla; además, al haber finalizado Shabat es necesario esperar Bijdei Sheya Asé (el tiempo que tomó calentarla o hacerla) para entonces consumirla. 

La jirafa es Kasher pero no la consumimos porque no sabemos si debemos hacer la Shejitá (sacrificio ritual para que continúe siendo Kasher) en la parte de arriba del cuello o en la parte de abajo y sólo lo sabremos cuando llegue el Moshiaj. Este mito puede tener su base en el hecho que muchos comentaristas dudan o aseguran que la jirafa sea el animal llamado en la Torá Zamer y sólo Eliyahu HaNavi (profeta Elias), quien técnicamente puede anteceder la llegada del Mesías puede aclarar esta duda. El hecho es que bajo las cualidades y condiciones establecidas por la Torá para animales Kasher de tierra la jirafa es Kasher; empero, debido a su naturaleza salvaje es un animal que tradicionalmente no consumimos y por consiguiente no es parte de nuestra gastronomía. La mayoría de Poskim (legisladores) establecen que debido a que no tenemos ninguna tradición histórica de comer jirafa o de establecer a la jirafa como un animal Kasher no lo debemos consumir. De cualquier forma; si se le llevase a cabo una Shejitá, esta se puede realizar bien sea arriba o abajo del cuello como está establecido en Teshuvot Vehnahagot 5,11. 



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