Como gran sorpresa, hace poco me enteré que la gran mayoría de judíos, de todas las denominaciones, piensan que un judío ortodoxo es aquel que sigue los lineamientos del Gran Rabinato de Israel, cosa que puede ser cierta hasta determinado punto pero que a la vez está extremadamente lejos de la verdad. Las demás descripciones acerca de la ortodoxia judía que se unieron al listado caen en una especie de categoría caricaturesca donde el factor determinante radica en las barbas largas, el vestido negro, el sombrero o la falda larga.
Es factible que dicha encuesta tenga algo de veracidad en sus descripciones pero sin lugar a dudas deja excluido el factor principal por el cual se determina la ortodoxia judía; a saber, la Halajá. Es la aceptación y consecuente adherencia total a nuestra sagrada Halajá la que puntualmente determina el que alguien sea judío ortodoxo o que el judaísmo ortodoxo se pueda denominar a sí mismo como tal.
Ahora bien, es importante aclarar que de entrada el judaísmo ortodoxo no deseaba ser etiquetado como tal y por ende encuentra su primer tropiezo con la palabra misma que lo denota. La palabra ortodoxa proviene de dos palabras griegas, “orthos” que significa “derecho-correcto” y “doxa” que significa creencia, determinando que ortodoxo es aquel que tiene una creencia correcta. Empero, la oposición a usar ese nombre en principio no se debe a la etimología de la palabra como tal sino a la relación inmediata que tiene con el cristianismo circundante.
El momento histórico y el lugar geográfico en el que sucede este evento es a finales del siglo XVIII en Alemania. Esto es importante por dos motivos; por un lado, el término ortodoxo utilizado en ese contexto era dirigido hacia los cristianos; de hecho, se hacía de una manera poco favorable y más bien caía en la categoría despectiva. Por el otro, este fue un término tomado del iluminismo alemán; más puntualmente, para denotar a aquellos judíos que se oponían al iluminismo y que en última instancia también caían en esa categoría despectiva por cuanto rechazaban toda idea de progreso y modernización.
En últimas, la palabra que actualmente denota esta corriente judía religiosa fue repudiada de entrada; es más, en principio se procuró incorporar la utilización de la palabra alemana “Gasetztrue”, Torá Verdadera, nombre que no cuajó. Entre tanto, el iluminismo alemán procuró el nacimiento de lo que hoy en día conocemos como judaísmo reformista, aspecto que perpetuó el uso de la palabra rechazada para que entonces el judaísmo ortodoxo se viera en la ardua labor de asumir esa etiqueta no deseada.
Debido a la gran cantidad de judíos que se unieron al iluminismo y a su expresión religiosa de reformismo, los Torá Verdaderos se vieron en la necesidad de aceptar su nuevo nombre y emprender una lucha extensiva a nivel interno contra cualquier asomo que hubiese de modernidad para preservar su pureza judía. Esto llevó a que el judaísmo ortodoxo se atribuyera la identidad pura del judaísmo hasta nuestros días, estableciendo que este es el único judaísmo verdadero que existe a través de los siglos; es decir, cualquier otra denominación fuera de lo lineamientos Halájicos establecidos por Mesora no puede ser considerado como judaísmo y nunca jamás lo será.
Este aspecto llevó a que el judaísmo ortodoxo marcará sus límites con los demás movimientos judíos; a saber, en principio los reformistas y posteriormente los conservadores. Su principal punto de separación yace en el origen mismo de la nación de Israel, la entrega de la Torá Shebijtav y la Torá Shebealpé, en Jar Sinaí por parte de Dios a Moshé y transmitida puntualmente sin cambio alguno de generación en generación hasta nuestro días.
Debido a que es la Halajá la que establece esta verdad y este origen Divino, es su estricta observancia la que determina la fe y el comportamiento de todo judío ortodoxo. Es debido a su eterna adherencia a la interpretación establecida por ella misma la que la ubica al judaísmo ortodoxo como el único judaísmo verdadero por cuanto es el único sistema basado en una inmutable revelación que va más allá de la influencia histórica y externa. Bueno, eso dice la teoría puesto que el devenir de los años nos ha mostrado que la cosa no es tan cierta.
Si bien, es la Halajá la que determina el judaísmo ortodoxo no es ella la que determina la praxis de aquellos que se llaman judíos ortodoxos. Resulta que el judaísmo ortodoxo se divide en dos grandes categorías: El Movimiento Haredí (ultra ortodoxos) y Judaísmo Ortodoxo Moderno. Los Haredim se caracterizan por ser de extrema derecha, muy conservadores y extremadamente reclusivos. Los Ortodoxos Modernos son más abiertos a la sociedad moderna, a los cambios sociales y las necesidades económicas y profesionales que demanda la sociedad actual, incluyendo espacios de distracción y esparcimiento.
JUDAÍSMO ORTODOXO EN EL SIGLO XXI
-Haredim:
•Jasidim
•Lithuanian
•Mitnagdim
•Heredí
-Judaísmo Ortodoxo Moderno:
•Ortodoxos Modernos
•Ortodoxos Tradicionales
•Pseudo Ortodoxos
•Ortodoxia Abierta
Dentro de los Haredim encontramos a los Jasídicos, los Lituanos, los aún Mitnagdim y los Haredí como tal. Se caracterizan por vivir dentro del marco más estricto de la Halajá y como dato curioso, más de un sub grupo entre ellos es anti sionista y rechaza cualquier decreto del Gran Rabinato de Israel.
En el caso de los Ortodoxos Modernos, la cosa es mucho más amplia y menos estricta en relación con la observancia de la Halajá. Sucede que los así llamados Ortodoxos Modernos aparecen hacia el siglo XX debido a un sentimiento de necesidad que urge una adaptación a los cambios sociales de la modernidad. Es de este movimiento que surge un grupo que se autodenomina Ortodoxos Tradicionales (no conservadores) porque creen en los ritos ortodoxos pero su principal objetivo es el desarrollo personal y nacional por encima del cumplimiento estricto de la Halajá; es decir, son sionistas, apoyan la causa ortodoxa pero su observancia Halájica no es tan estricta como la de los Ortodoxos Modernos.
Ese concepto de vida expresado por los Ortodoxos Tradicionales va a producir un nuevo tipo de judaísmo ortodoxo en generaciones ad venir, especialmente en el Estado de Israel, en Estados Unidos y en Latinoamérica. Se trata de un grupo que yo, a título propio, llamo Pseudo Ortodoxos y que en Norteamérica son denominados como “Conservathox” o en español algo así como “Conservatoxos”. Algunas autoridades rabínicas se refieren a este grupo como judíos seculares o judíos no observantes.
Este grupo de judíos, quienes de hecho forman la mayoría del judaísmo a nivel mundial, son judíos que se identifican como ortodoxos pero que viven una vida secular en todo el sentido de la palabra y donde el cumplimiento de la Halajá es básicamente inexistente; empero, todos sus papeles legales religiosos, tipo Brit Milá, Bar Mitzvá, Guiur, Ketubá, Guet, etcétera, son ortodoxos. En breve, lo único que hace a estos judíos en ortodoxos son sus papeles y su posible asistencia a una sinagoga ortodoxa y la ejecución de uno que otro ritual bajo los lineamientos de la Halajá. De cualquier forma, absolutamente nadie puede negar que son judíos ortodoxos, más aún cuando ellos mismos se identifican como tal, no como reformistas, no como conservadores sino como ortodoxos.
Ahora bien, hacia principios del siglo XXI surge en Norteamérica un grupo autodenominado Ortodoxia Abierta. Este grupo se caracteriza por cumplir toda la Halajá en su opinión más liberal e indulgente pero sin jamás dejar de observarla al pie de la letra y al cien por ciento sin ninguna excepción. La gran diferencia yace en la inclusión de mujeres dentro del rito ortodoxo en las instancias en que la Halajá lo permite, llegando al punto de ordenar mujeres como líderes religiosas. Este grupo, muy pequeño y muy reciente, no es aceptado por el Gran Rabinato como judío ortodoxo y a su vez, ellos no aceptan las legislaciones del Gran Rabinato como parte fundamental de la Halajá.
Qué tanto se adhiere o identifican cada uno de estos grupos con el Gran Rabinato de Israel para poder ser denominados ortodoxos es cuestión de debate porque entre cada sub grupo hay diferentes opiniones, como lo hemos visto; sin embargo, por más legado británico que sea el Gran Rabinato, la mayoría de judíos ortodoxos aceptan los dictámenes de dicha institución como Halajá irrefutable.