Desde el principio de los años 80, la entonces Casa Erna, me abrió sus puertas y pasé muchos momentos en compañía de los residentes, dirigentes y personal, a quienes todavía tengo en gran estima.
Aquellos años en que podía pasar un Shabbat sin necesidad de caminar una hora de vuelta a chapinero, donde residía. Entre ir a la AIM y a la casa de la 34, entonces sede temporal del CIB. Allí en compañía de quien fuera para muchos el Tzadik de la ciudad, Don Alter Majerowicz z”l. Gracias a mí pasar por allí, la amistad establecida con León Rzonzew, que termina en mi traslado a Quito por su recomendación, y los maravillosos cuatro años que siguieron como Líder espiritual de esa comunidad.
Y de vuelta al Beit Avot, sus magníficas instalaciones, y todos estos años de aprovechar cada vez que estoy en Bogotá, para poder cantar una tarde, compartir mesa con los residentes y ver a mi madre quien ya reside 17 años recibiendo las bondades de un hogar que es modelo para el mundo entero.
Gracias Fundación Beit Avot, D-s los siga bendiciendo!!