El pasado mes de Julio tuvimos la ocasión de visitar con mi esposa Mónica, Bielorrusia, país ubicado en el corazón del “pale of settlement”, la zona de residencia, establecida por la zarina Catalina la Grande hacia 1790 para los judíos del imperio a quienes, con contadas excepciones, se les prohibió vivir en las grandes ciudades de la Rusia de los Zares: Moscú y San Petersburgo. Las fronteras del Pale variaron constantemente y en su máxima extensión contaba con más de un millón doscientos mil kilómetros cuadrados.
Cinco millones seiscientos mil judíos residían en el Pale durante la segunda mitad del siglo XIX, un 60% de la población judía mundial. Sus cuatro grandes ciudades: Varsovia, Kiev, Vilna y Minsk contaban cada una con un alto porcentaje de población judía, además de los centenares de Shtetls regados por la geografía del Pale en lo que hoy es Ucrania, Polonia, Lituania, Bielorrusia, Moldavia y Besarabia, países y regiones que en un periodo u otro hicieron parte del imperio ruso.
Las comunidades judías del Pale fueron aniquiladas durante el Holocausto quedando únicamente unos pocos reductos en Ucrania y Bielorrusia, mientras que de centenares de aldeas y Shtetls no quedan sino memoriales de lo que alguna vez fue la gran civilización del judaísmo Yiddish. “Trochinbrods” como se muestra en la película “everything is illuminated”.
Memorial del Holocausto Minsk
Debido a las difíciles condiciones económicas y de marginación, entre los años de 1880 y 1920 unos dos millones de judíos abandonaron el Pale emigrando la gran mayoría a Estados Unidos y otros a Argentina, Palestina, Canadá y otras latitudes.
La vida judía en el Pale fue muy intensa en las primeras décadas del siglo XX. Arreciaban los debates entre los sionistas, lo bundistas (comunistas judíos no sionistas), los jasidim, seguidores del Baal-Shem-Tov y los mitnagdim, seguidores del Gaón de Vilna. El idioma hebreo había sido revivido por la Hazkalá que aunque nacida en Alemania tuvo gran manifestación en el Pale. Había gran cantidad de publicaciones en hebreo, idioma que competía con el Yiddish.
Varios de los padres fundadores del Estado de Israel y del movimiento sionista provienen de estas tierras bielorrusas: Jaim Weizman, padre de la declaración Balfour y primer presidente de Israel, nació en el Shtetl de Motal, Menajem Begin en Brest-Litovsk, ciudad en la frontera con Polonia, Itzjak Shamir en Ruzhinoy, Shimon Peres en Vishnyeva al igual que Nahum Goldman. También vieron la luz en estas tierras Louis Mayer, fundador de la MGM nacido en Minsk, Eliecer Ben Yehuda, compilador del primer diccionario hebreo moderno y el gran artista Marc Chagal. De Bielorrusia emigraron a Estados Unidos los ancestros de Harrison Ford, Kirk Douglas, Jared Kushner y Noam Chomksy. Igualmente los padres del asesinado primer ministro de Israel Yitzhak Rabin eran nativos de Bielorrusia. El museo judío de Minsk presenta fotografías de estos ilustres hijos de Bielorrusia.
Casa Jaim Waizman. Shtetl Motal
Hacia 1900 había un millón doscientos mil judíos en Bielorrusia de los cuales unos 800 mil emigraron, a occidente la mayoría y unos cuantos centenares a Palestina. Antes de la segunda guerra mundial la población judía en Bielorrusia ascendía a unos 400 mil judíos de los cuales 275 mil murieron en el Holocausto. Tras el final de la Unión Soviética de la cual Bielorrusia se independizó, unos cien mil judíos de Bielorrusia emigraron a Israel y otros destinos.
En la moderna ciudad de Minsk, cuya población antes de la guerra era 50% judía, quedan unas cuantas sinagogas y un pequeño museo judío. Actualmente la comunidad cuenta con unos 12 mil miembros e instituciones representativas. Los judíos dedicados especialmente a negocios de alta tecnología y textil.
Visitamos varios Shtetls en los cuales no queda nada judío, sino algún memorial. En el Shtetl de MOTAL está la casa donde nació Jaim Waizman, una estructura de madera, hoy habitada por una familia lugareña, que exhibe a la entrada un cartel sobre el líder sionista. En el Shtetl de NOVOGRUDOK, hoy una pequeña ciudad, hay un museo conmemorando la rebelión del gueto liderada por los hermanos Bielski, llevada al cine, protagonizada por Daniel Craig y Liev Schreiber.
En BREST, segunda ciudad de Bielorrusia, ubicada a 300 kilómetros de Minsk, el museo judío presenta con mucho orgullo fotografías y memorabilia de su hijo más ilustre: Menájem Begin. Hace pocos meses fue descubierta una fosa común con más de 1000 restos de judíos muertos en el Holocausto, a los cuales, gracias a la colaboración de las autoridades locales y el Congreso Judío Mundial, se les dio sepultura en un cementerio de acuerdo con el rito judío.
Al final de la visita nos queda la misma sensación agridulce de numerosos lugares que hemos visitado en los últimos años donde existieron grandes comunidades judías tanto Ashkenazim como Sefaradim y de las cuales poco o nada queda. Lo agrio la desaparición física de esas comunidades, lo dulce la capacidad milenaria del pueblo judío de sobreponerse a las peores adversidades, surgir y prevalecer.