Hace unas semanas estábamos expectantes del alunizaje de la nave Bereshit. Israel se convertía en el séptimo país en orbitar la luna y el cuarto en posarse sobre el satélite. Desafortunadamente, la celebración solo fue parcial. Quien llegue después podrá encontrarse con la prueba del intento fallido como prueba de la intención y el parcial logro. Antisemitas saltaron rápidamente a celebrar el fracaso en redes sociales. Ingenuos criticaron que ese dinero se hubiera gastado mejor en educación, vivienda y demás bellezas sociales. Increíble fue que, al día siguiente, los mismos inversionistas detrás del proyecto se comprometieron a financiar la segunda expedición. No perdieron tiempo sollozando, escondiéndose de las cámaras y autoflagelándose.
Eh ahí la maravilla de la iniciativa privada, la creatividad científica y la determinación para lograr el éxito. El proyecto es privado, pero recoge las emociones de un pueblo y un país. Mucho logró Bereshit 1 en su primera aventura, y solo nos queda esperar que la segunda sea la vencida. Más allá de alunizar este será, de lejos, el proyecto más barato en lograrlo. A los dos días, el famoso canal de media social Nas Daily (del que ya que reportado acá y sugerido que lo sigan) hizo un bello clip que acá les comparto.
La historia es conmovedora, tanto en lo que hace referencia a la construcción de la cápsula espacial, como la de Yariv, el científico detrás del proyecto. Además, narrado por el admirable Yassin, un joven árabe israelí, ese clip reúne mucho de lo bueno que produce Israel que debe sernos motivo de orgullo.
Quienes tenemos algunos años ya, capaz recordamos la famosísima comedia de Mel Brooks, History of the World. Antes de los créditos finales, la película ofrece cortos de lo que sería la segunda parte, que nunca se produjo, y que acá comparto en este link. “Jews in Space” evoca, de manera jocosa, esa aspiración de nuestro pueblo a no dejarnos vencer y llegar hasta donde toque. Para Israel, el espacio sigue siendo esquivo, pues ya perdió en el desastre del transbordador Columbia a Ilan Ramon (héroe del bombardeo al reactor nuclear de Ossirak, en Iraq).
Pero existen historias con final feliz. Son catorce los astronautas y cosmonautas judíos que han ido y regresado felizmente. Boris Volynow, soviético, fue el primer cosmonauta judío y llegó al espacio en 1969. Judith Resnik fue la primera astronauta judía y, lamentablemente, también le correspondió la mala fortuna de viajar en el accidentado Challenger, en 1986. Luego siguieron Jeffrey Hoffman, quien hizo 4 viajes al espacio entre 1985 y 1996, Ellen Baker, Marsha Ivins, Jerome Apt, David Wolfe, Martin Fettman, John Grunsfeld, Scott Horowitz, Mark Polansky, Gregory Chamitoff y Garret Raisman.
Nuestra halajá está llena de preguntas fascinantes respecto al cumplimiento de mitzvot en el espacio. Estoy seguro de que eso valida, desde un punto de vista religioso, cualquier proyecto espacial. Rollos de la Tora, janukiyot y mezuzot, han hecho viajes siderales. Acá en tierra seguiremos mirando al cielo con el deseo de conquistarlo y entenderlo, motivándonos siempre a trazarnos metas cada vez más ambiciosas.
Bibliografía
www.jbuff.com Nasa jews